CRÍTICA DE LA RAZÓN PEDAGÓGICA por la exalumna María Teresa Herrán

Los invitamos a leer este interesante artículo en el Blog de la exalumna María Teresa Herrán, quien fue directora del Círculo de Periodistas de Bogotá, autora de varios libros, abogada con posgrado en Ciencia Política. Ejerció el periodismo en prensa y televisión, alternándolo con la academia.

CRÍTICA DE LA RAZÓN PEDAGÓGICA

Organizando la mente del  docente

ANTONIO DONADO TOLOSA, PHD

Universidad Autónoma  del Caribe

Hace unos días me reuní con cinco compañeras del colegio, como  lo hacemos de cuando  en cuando  en estos  últimos 70 años, y surgió la pregunta: ¿Qué fue lo que más aprendimos en el Liceo Francés Luis Pasteur de  Bogotá?.

Una  de ellas contestó: “aprendimos a pensar” y todas coincidimos. Luego le vino a otra la frase  célebre  de Montaigne que todas recordamos: “ mieux vaut une tête bien faite qu´une tête bien  pleine”.  (Mas vale una cabeza bien hecha  que una cabeza  bien llena).

Cuando llegamos  al tema  inevitable de  cuál profesor nos había dejado  la huella más importante,  todas  hablamos de  dos  profesores de filosofía, otro de ciencias (el que se sacaba los mocos en clase, pero no por eso, sino por su método), otro de francés, el rigor de la profesora de  matemáticas y laboratorio de química. Pero, sobre todo, señalamos las disertaciones que en cuarto, quinto y sexto bachillerato nos hacían escribir en casa como tarea (para entregar una semana o dos   después), el profesor de francés, y los de filosofía, desde una frase o párrafo de autor cuidadosamente seleccionado por ellos, sin mas intención que la pedagógica de enseñarnos a  argumentar.

Teníamos que desarrollar libremente el tema según lo que pensáramos, siempre y cuando lo hiciéramos con el rigor del método cartesiano: planteamiento del problema, primera parte,  conclusiones de la primera parte, segunda parte, conclusiones de la segunda parte y conclusiones  generales.

Cuanto llegué a la Universidad, recuerdo - en el caso de filosofía- a quien me dejó  la peor impresión.  Era el que llamábamos el cura Pepino. En un tono infantil, nos embutía silogismos los cuales, por su rigidez, exasperaban  mi espíritu rebelde. Me costaban un trabajo inmenso porque en vez de razonar  y buscar que comprendiéramos la lógica del asunto, el docente  no se salía de los estrechos marcos del currículo inmutable que él mismo había impuesto año tras año.

El profe Antonio Donado sin duda pertenece a la primera categoría de docentes que buscan llevar a los estudiantes hacia horizontes más libres y analíticos. Por eso ha escrito éste, luego de  varios otros libros e investigaciones sobre educación. Lo dedica a quienes fueron sus maestros, y explica que  son, “los que encontraron un lugar en mi memoria”: entre ellos, la Seño Ana, de su primera escuela,  el profesor Carlos Bula, del Colegio Carlos Méisel de Barranquilla, Carlos Zerpa de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, varios profesores de la Universidad Central de Venezuela y así sucesivamente, de universidades de Estados Unidos, donde hizo sus estudios de posgrado. 

William Buskist, profesor de sicología de la universidad de Auburn (Alabama) hace en el libro la  nota biográfica del autor. Expresa no haberse sorprendido porque escribió el libro sino que, por el entusiasmo que le pone a los temas educativos, la sorpresa habría sido que no lo escribiera.

Y Rafael Pérez-Taylor, de la UNAM, recalca, entre otros aspectos de su prólogo, la necesaria  respuesta de libros como este a “ la presión brutal por una memoria a corto plazo, la disminución del del acervo individual…, las aberraciones impuestas al lenguaje por el mundo digital, que  socavan el deseo de  pensar .” Ver más